Regresión – Capítulo Primero


“…Para la gran mayoría de los religiosos, el cielo y el infierno son accesorios al bien y al mal… En resumen, la conducta correcta es el factor primordial de la religión.” -El Talón de Hierro.

*
La vida en el año cuatro mil trescientos cincuenta y uno no difiere mucho de la vida en el año dos mil. Los humanos no han cambiado su objetivo, que comparten con otros animales: La búsqueda de la felicidad. Lo mismo que los animales en su estado natural deben esforzarse para alcanzar su felicidad, los humanos deben esforzarse para obtener la suya, y por eso se habla de búsqueda. Los humanos, al igual que los animales, pueden renunciar a su derecho a esta búsqueda y vivir una vida cómoda y doméstica, siempre que se adhieran a las normas de la sociedad que los esclaviza, obligándolos a trabajar para conseguir comida y cobijo. Las sociedades de su época no difieren tanto de la vida salvaje, y precisamente por eso siguen aferradas a conceptos trascendentales como el alma, así como otros artificios que las separan arbitrariamente del reino animal.
Los hombres solían trabajar para ganarse la vida o por dinero, que luego intercambiaban por los bienes necesarios para vivir. Había al principio un vínculo entre trabajo y vida, pero se fue perdiendo entre burocracia. Se confundió el medio: el dinero, con el fin: vivir. Por consiguiente, empezaron a comportarse como animales de granja, cuyo único fin es engordar para luego ser sacrificados u obedecer servilmente a sus amos. Pero hoy este vínculo se subsanó, y la gente ya no trabaja por dinero, sino por tiempo libre, que es el nuevo patrón oro. Por ello, el promedio de trabajo se redujo a diez horas semanales. Las horas de trabajo dependen de la dureza del mismo, por lo que hay personas con trabajos extenuantes que trabajan apenas dos horas a la semana, mientras que hay otras con trabajos más agradables que trabajan hasta veinte, que es el máximo permitido por ley. Esto puede sonarles un poco dictatorial, pero las leyes actuales son más descriptivas que prescriptivas, por lo que no hay en realidad necesidad de enforzarlas. Pero hablaremos de ello más adelante. Baste decir que trabajando diez horas al día, una persona puede permitirse cualquier placer que desee durante lo que ustedes llamarían tiempo libre. Hoy, este paradigma se ha invertido: Nuestro tiempo es mayoritariamente libre y lo dedicamos al disfrute y al autodesarrollo, pero tenemos tiempo de trabajo, que nos permite mantener nuestro estándar de vida. El trabajo no es, por ende, valor moral, sino mera necesidad materialista. Acumular capital o recursos para nuestra progenie o nuestro futuro más lejano es innecesario, ya que la economía mundial es completamente estable y ya no hace falta planificar para crisis eventuales.
A primera vista, este sistema también podría parecer ligeramente capitalista en el sentido de que es semejante a una meritocracia, pero no lo es. La gente elige si quiere realizar una actividad compleja o una más sencilla, y no hay juicios de valor al respecto, o sea que no hay más mérito en ser ingeniero que en ser jardinero. La concepción errónea del capitalismo era que un ingeniero podía construir muchos robots jardineros, que a su vez podían ocuparse de muchos más jardines; por lo tanto, el ingeniero estaba por encima del jardinero en la jerarquía social. Pero ahora conocemos mejor el sentido de la vida: Un robot nunca podrá sustituir a un ser humano porque no puede pensar como un ser humano y, por tanto, nunca contribuirá tanto a la sociedad en ningún ámbito. Un robot sólo puede diseñarse para realizar tareas, mientras que un humano está puede interactuar con el entorno natural y humano, contribuyendo así a la búsqueda de la felicidad. Los robots sólo son buenas máquinas que se utilizan para hacer el trabajo sucio que ningún humano quiere hacer, como lavar la ropa, los platos o limpiar la casa. La jardinería, sin embargo, es una actividad placentera y espiritual para muchos, y el hecho de que lo sea le da valor de mercado, lo que significa que a nadie en su sano juicio se le ocurriría despreciar a un jardinero hoy en día, o estudiar sólo para obtener un título que diga que se es más inteligente que los demás. En la sociedad actual, inteligencia es invertir correctamente nuestro tiempo.
El sistema actual se llama simplemente postcapitalista, y se basa en el concepto de economía colaborativa que despegó alrededor del año dos mil noventa, junto con el agotamiento de los combustibles fósiles en la Tierra. Se diferencia del comunismo en el simple hecho de que no hay redistribución de la riqueza, sino simplemente un enfoque más colaborativo hacia la explotación de los recursos. Es más bien capitalismo mejorado que comunismo. Nadie está obligado a hacer nada ni a renunciar a nada porque el liberalismo es un valor clave de la sociedad. Con eso en mente, el capitalismo salvaje y la correlativa destrucción del medio ambiente dejaron de ser problemas y el paradigma meritocrático cayó en desuso. Por supuesto, la ley de la oferta y la demanda en la que se basa el capitalismo sigue siendo válida hoy en día, y por eso los trabajos más desagradables o menos populares se pagan con más horas de ocio. Teniendo en cuenta que vivimos en una economía colaborativa, es fácil inducir que la mayoría de las cosas están disponibles de forma ilimitada con una cuota de suscripción. Hoy en día todo es por suscripción; no hay nada que se pueda comprar al contado. Si piensan en el fin último del capitalismo, les vendrá a la mente el monopolio. Todo sucedió como predicho: Todos los servicios fueron monopolizados en el segundo siglo del tercer milenio y se exigía una cuota al que quisiese utilizarlos. Imaginen que, si alguna vez quieren comer, tengan que pagar una cuota mensual para hacer la compra en una de las cadenas de supermercados disponibles en su ciudad, lo mismo que hoy en día tienen que contratar un seguro en caso de que alguna vez necesitasen ir a un hospital. Al principio, estas cuotas eran relativamente altas, pero a la larga, hicieron bajar el consumo hasta que la situación se estabilizó en lo que hoy se llama, en economía: el equilibrio mínimo necesario, es decir, la cantidad de dinero que cubre todas las necesidades de consumo al mínimo precio posible. Esta situación es lógica y fácil de imaginar; en realidad, el monopolio es bueno porque regulariza los precios. Entonces los únicos factores son la demanda, ejercida por la sociedad, y la oferta, ejercida por las empresas monopolizadoras; siempre teniendo en cuenta que estas empresas también están formadas por miembros de la sociedad, que son personas razonables y quieren ofrecer servicios que sean útiles para la sociedad pero también rentables para ellas, así que los despojan de lo superfluo. De este modo, la economía colaborativa redujo el consumo, pero esto fue más bien parte de un proceso holístico y cultural. Por razones de salud y ética, la gente simplemente disminuyó su consumo de productos superfluos, lo que también corrigió las distorsiones del capitalismo. La oferta y la demanda se volvieron más predecibles con el tiempo, por lo que hubo menos especulación económica: el azar cesó en general, tanto como pasatiempo como negocio. Esto se debió a que la vida se hizo más estable. Cada vez hubo menos conflictos bélicos y menos enfermedades o accidentes mortales. La diligencia y la responsabilidad empezaron a dar sus frutos, por lo que la sociedad desalentó el azar. Ser valiente ya no consistía en tomar un arma o emprender un gran riesgo, sino en trabajar los recursos naturales de forma renovable o contribuir al progreso de la humanidad. Nuestro intelecto fue capaz de contrarrestar incluso el cerebro primitivo, y las mujeres gradualmente dejaron de seleccionar a sus parejas en función de la resistencia física y la testosterona y se inclinaron por el intelecto y la armonía estética. Fue un cambio importante porque las mujeres son las seleccionadoras y, de este modo, dirigen el progreso de la especie. En ese sentido, podemos decir que también fue un cambio evolutivo: Dimos un salto en la evolución.
Me llamo Efraín Zelinski y vivo en la metrópoli de Bariloche, en Argentina. Es diez de junio y me desperté, como de habitud, alrededor de las nueve de la mañana, al salir el sol. Madrugar es una práctica que el mundo ha adoptado para no perder el contacto con la naturaleza. Todo se hace según el ritmo circadiano porque con el tiempo la gente se ha vuelto más propensa a la depresión y a las enfermedades mentales. Los lugares oscuros de la Tierra se han ido despoblando poco a poco y, con una dieta equilibrada, hemos podido contrarrestar esta desventaja de la evolución: la hipersensibilidad.
Tierra del Fuego es mucho más cálida que hace dos mil años, por lo que hoy disfrutamos de veintiocho grados centígrados. La región es uno de los lugares habitables mejor iluminados de la Tierra, por lo que estamos orgullosamente en el top ten del ranking de destinos para tratamiento de trastornos mentales, ubicuous en la sociedad actual. Tratados adecuadamente, sin embargo, estos trastornos no representan una amenaza ni una desventaja para el individuo. Por mi parte, no sufro ningún trastorno, pero conozco a varias personas que sí padecen alguno, en teoría, porque con un simple tratamiento llevan una vida perfectamente normal en la práctica. En materia de enfermedades físicas, la genética ha hecho sus maravillas y ha erradicado los trastornos congénitos; las vacunas y la profilaxis también han neutralizado las enfermedades víricas y bacterianas. Pero en cuestiones psíquicas, no queremos entrometernos tanto y, de todos modos, la genética aún no es lo bastante poderosa como para poder manipular el cerebro. Permitimos la evolución natural en ese sentido, y simplemente tratamos los trastornos que puedan aparecer de la forma más natural posible; porque el organicismo es un valor científicamente demostrado.
Trabajo de lunes a viernes de once de la mañana a una de la tarde. Soy veterinario porque me gustan los animales, sobre todo los caballos. Trabajo en un picadero a las afueras de Bariloche. Vivo en el centro, así que tengo cinco minutos de ida en flotador. Luego explicaré qué son los flotadores. Hace más de un milenio que los últimos automóviles fueron expulsados de las metrópolis, así que el transporte público ha mejorado mucho. La mayoría de los trayectos dentro de la ciudad no duran más de cinco minutos. Hay megaciudades en todos los países, pero en la mayor parte del mundo la población está uniformemente repartida, contando con áreas naturales alrededor de metrópolis apropiadamente alejadas unas de otras. El área metropolitana de Bariloche, por ejemplo, tiene una población de doscientas mil personas.
Domar caballos ya no es considerado como una crueldad. Los caballos se utilizan simplemente para montar y para equinoterapia, y su adiestramiento es similar al de los perros. No se ejerce violencia alguna y el bienestar del caballo es siempre prioritario. Los animales en general están bajo estricto control. La zoología y la veterinaria han florecido en el último milenio, hasta el punto en que hace tiempo que no hay extinción de especies. Las reservas se mantienen intactas y la gente puede visitar animales salvajes en su entorno natural, pero también hemos tenido que crear una forma de mantener vivos a los animales de granja sin explotarlos.
Probablemente no le sorprenda oír que el mundo se ha vuelto vegano. Esto se debe principalmente a la relevancia que ha tomado una dieta sana en materia de salud, pero también a que la gente se muestra cada vez más reacia a comer animales muertos y productos de la explotación animal en general. En realidad, los animales de granja se crían en parques cercanos a las ciudades, donde viven en estado semisalvaje. Algunas personas que tienen los medios adecuados los mantienen como mascotas. Nadie extraña la carne o los lácteos, porque es difícil extrañar algo que nunca se ha probado. Recuerdo haber leído una vez que la carne, al igual que las aceitunas o los encurtidos, era un gusto adquirido; que a los niños no les gustaba al principio por su sabor oxidado, pero que con el tiempo el paladar se acostumbraba y hast se volvía predilección en muchos casos. La escisión entre derechos animales y humanos fue sustituida por una ley más holística que se aplica a la naturaleza en general. Incluso las plantas tienen derechos hoy en día. Sin embargo, cuando hablamos de derechos, no los asociamos inmediatamente con castigos. Hay penas, pero ninguna de ellas es inhumana, lo que significa que ninguna implica un daño para el individuo. Por eso se ha abolido el encarcelamiento, ya que hay formas más económicas y constructivas de penalizar las acciones que se consideran incorrectas. Para empezar, el principio del relativismo se aplica a cualquier penalización. Somos conscientes de que la moral cambia; la historia lo ha demostrado. Las religiones han dejado de ser una fuente de sabiduría ética, así que ahora somos más objetivos. No hay universales cuando se trata de leyes morales, sólo deseabilidad. Deseamos un determinado tipo de comportamiento que promueva la armonía y la evolución, pero permitimos la desviación. Abrazamos la heterogeneidad porque conduce a saltos en la evolución. Pondré un ejemplo claro: Las plantas, como todo ser vivo, tienen derecho a cumplir su ciclo biológico sin interrupción, salvo cuando se utilizan para crear productos alimenticios o utilitarios. Este derecho significa, por ejemplo, que la gente ya no puede adornar sus casas con plantas muertas, del mismo modo que no puede matar animales por deporte. Sin embargo, según el principio de relatividad, alguien que hiciera esto sería considerado un desviado, pero no estaría transgrediendo la ley. Como he mencionado antes, la desviación está bien vista por la sociedad, pero debe mantenerse bajo vigilancia. Se permite una cuota, en caso de necesidades desviadas, siguiendo la filosofía aristotélica de la dorada medianía. Esta cuota es cualitativa, lo que significa, en la práctica, un arancel al ejercicio del derecho a la desviación. Por ejemplo, si alguien es propenso a matar flores para decorar su casa o para regalar a sus seres queridos en señal de afecto, tiene que plantar nuevas o simplemente pagar un impuesto por plantar nuevas. Como todo es por suscripción, un impuesto extra significa simplemente más horas de trabajo mensuales. Así, trabajar un poco más al mes da a la gente una cierta cuota de flores muertas que pueden comprar: una cuota de desviación, si se quiere. Este tipo de compras desviadas se hacen, por consiguiente, por encargo. Las floristerías suelen vender flores legales, es decir, vivas, pero, si alguien que paga el arancel mensual a las flores muertas las necesita, le cortan las flores. Esta difuminación de la legalidad puede parecerles extraña, pero no más de lo que nos resulta extraño su actual sistema de leyes que todo el mundo incumple a escondidas. Las leyes están para ser infringidas, lo que es un signo de evolución social. Pero a diferencia de ustedes, nosotros lo hacemos honestamente y sin estigmatización.
Actualmente estoy de vacaciones, así que tengo mucho tiempo libre para escribir esta novela. Echaría de menos a mis caballos si me quedara en casa o me fuera de viaje, así que he alquilado una cabaña cerca del picadero y a veces les hago una visita. Me ayudan a conseguir la lucidez mental que necesito para escribir estas páginas.

***

soyjuanma86

I'm a writer born in Argentina, but currently living in Poland. I work as an English and French teacher, translator and copywriter.

Leave a Reply

Your email address will not be published.

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.