Regresión- Capítulo Segundo



Hoy, como de costumbre, Erin ha hecho café, aunque rara vez lo toma. No voy a empezar ahora una disertación sobre la salubridad del café; baste decir que es bueno si se consume adecuadamente, como todo lo demás en la naturaleza. No es que no sepa hacerme mi propio café, pero Erin se complace en hacérmelo y yo no pongo objeciones. El mío me gusta con leche y azucarado. Tenemos una leche artificial que no sabría describirles bien, pero investigando en los archivos olfato-gustativos, me atrevo a decir que su sabor se aproxima al de su crème brûlée. Solo para darles un ejemplo de que hoy llevamos una vida comparativamente normal, si por normal entendemos los estándares de su época. No ha cambiado mucho el tejido social, sino que todo ha progresado de forma natural; la evolución no se lleva muy bien con las imposiciones y siempre encuentra la manera de sortear obstáculos.
Llevamos dos años de casados. Las relaciones duran por término medio un año antes de que la gente decida casarse o separarse. A nadie le gusta alargar el noviazgo y dar falsas esperanzas a su pareja. Hoy en día, el aniversario es el punto de inflexión de cualquier relación y un gran acontecimiento. Bromeamos hoy en día acerca de que todo el mundo tiene ADHD emocional, ya que nos gustan las cosas cortas y dulces. La vida es demasiado corta si pensamos en todos los caminos posibles: todas las formas que podemos elegir para desarrollarnos. Pero el matrimonio es otra cuestión. La evolución implica la proliferación de la especie, y no podemos hacerlo correctamente sin familias. En este alto nivel de evolución, la calidad es más relevante que la cantidad, y un nivel de progenie de alta calidad sólo está garantizado por un entorno infantil psicológicamente sano y estimulante. Paradójicamente, cuanto más evolucionada está la especie, más frágil se vuelve. Es casi como si el fin último de toda especie fuera la extinción.
Criar adecuadamente a un hijo es considerado por algunos como un reto estimulante y, aunque algunos decidan no asumirlo, todos sabemos que no estamos por encima del ciclo vital y que nuestra mayor contribución a la vida es la progenie. Nuestro período actual se llama la Era de la Moralidad Homogénea, y se define por el principio de la armonía horizontal, la cual es sólo es posible cuando todos los individuos de una sociedad han alcanzado el mismo nivel moral; de lo contrario, debe crearse una armonía vertical, es decir, un sistema social en el que los individuos más morales no se vean afectados por los individuos menos morales. El primer sistema de armonía vertical fue el sistema de justicia retributiva cuyo símbolo es el código de Hammurabi, y que prevaleció durante casi cinco milenios. Las personas menos morales eran encerradas para evitar que hicieran daño a las personas más morales. Más adelante hablaré de nuestra organización moral actual, que difiere mucho de la forma primitiva de organización social basada en restricciones y el represalias, que por desgracia sigue vigente en su época. Hoy en día, hemos alcanzado un nivel moral homogéneo. Hay quienes tienen un genio que les permite pensar metamoralmente, y esta disciplina: la metamoral, crea leyes sólidas que son sobre todo teóricas, pero que sin embargo informan nuestro sistema jurídico. Más adelante hablaré al respecto.
Volviendo a la procreación, existe una ley mundial de procreación que data de hace ocho siglos y que consiste básicamente en gravar la infertilidad. Debido a los inconvenientes obvios y a su inclinación natural, algunas personas optan por no procrear. Estas suelen ser genios en algunas áreas, y sus excesivos impulsos hacia su arte o ciencia les hacen inclinarse menos por la procreación. Pero los que deciden no tener hijos deben pagar con unas horas de trabajo extra a la semana. Este impuesto empieza a aplicarse a partir de los cuarenta años, si alguien no ha tenido un hijo. De este modo, la sociedad puede permitirse el cuidado gratuito de las personas que decidan tener más de dos hijos, equilibrando así el crecimiento de la población. Para fomentar aún más la procreación, tenemos un sistema educativo y de socialización gratuito a partir de los tres años, pero debido a todo el tiempo libre de que dispone la gente, los padres se implican mucho en el desarrollo de sus hijos. Hoy en día, la mayoría de la gente sólo tiene uno o dos hijos, lo que ha provocado un gran descenso de la población en el pasado hasta estabilizarse hace trescientos años. Esto se debe principalmente a razones prácticas y culturales: Un hijo requiere mucho esfuerzo y la mayoría de las parejas no pueden ocuparse emocionalmente de más de dos. Históricamente, este periodo que comenzó con el declive de la población mundial se denominó Periodo de Riqueza por Defecto. Significó que si tus padres habían ahorrado algo de dinero y eras hijo único o uno de dos hermanos, tenías tendencia tener hijos ricos o, al menos, casados con alguien rico. Una parte de la riqueza siempre se destruye o se agota, pero hoy en día es fácil crear nueva riqueza. Básicamente hablando, el envejecimiento de la población fue el mejor auge para el sistema económico porque igualó la sociedad automáticamente. El precio de los productos básicos disminuyó, es decir, se produjo una deflación de la economía, y todo se hizo más asequible. Los únicos que sufrieron relativamente en esta transición fueron los exorbitantemente ricos, que de todas maneras podían permitirse perder unos cuantos millones. Por eso el periodo actual se llama post-económico, porque hemos dejado de medir la riqueza de acuerdo al producto interno bruto. El paradigma capitalista expansionista ha quedado atrás, y hemos adoptado lo que se llama riqueza palpable, es decir, riqueza que se traduce en mejores niveles de vida. Si miramos un gráfico del producto interno bruto en el mundo, ha habido una disminución exponencial desde el año dos mil trescientos hasta el final del tercer milenio y desde entonces se ha estabilizado. Esto significa que hoy en día sólo se produce nueva riqueza cuando se agota la antigua. En general, no trabajamos por dinero; lo hacemos sólo para mantener el nivel de vida.
Aún no hemos tenido un hijo, lo puede esperar, ya que yo sólo tengo veintiocho años y ella veintiséis. Podríamos no habernos casado, pero tengo mucha fe en ella y la monogamia implica un pequeño sacrificio, que en psicología se llama el enigma de la elección múltiple, más popularmente conocido como el enigma de la torta: Pensamos que al elegir algo sobre otras cosas, estamos renunciando al resto de nuestras opciones, y por eso no elegimos, para poder quedarnos con todo, pero de esta forma, en realidad estamos perdiendo todas nuestras opciones, que al final se acaban. En el fondo, hoy en día sabemos que hay que comerse los la torta, que no sirve de nada tratar de conservarla entera. Antes, la gente se resistía mucho a comprometerse a una relación duradera. Lo atribuían sobre todo al riesgo inherente y ponían excusas como “Necesitamos tiempo para ver si hacemos buena pareja”. Hoy en día, sabemos que no es así. Enamorarse es un proceso psicológico predecible. Es una combinación de instintos sexuales y de una necesidad básica de cambio. Estamos continuamente cambiando y evolucionando y necesitamos a alguien que sea capaz de evolucionar con nosotros, lo que básicamente se llama compañerismo. Podemos conocer a fondo el carácter de una persona y formar una conexión emocional en unos pocos meses, aunque más adelante, podemos simplemente desenamorarnos, es decir, dejar de sentirnos física o psíquicamente atraídos por la otra persona. Es un proceso normal. No hay nada malo en cambiar de pareja tantas veces como sea necesario, pero las relaciones prolongadas y sin rumbo son perjudiciales para la evolución del individuo. Somos animales sociales por naturaleza, y emparejarnos es la forma más sencilla de neutralizar nuestro impulso sexual y centrar nuestras energías en nuestro desarrollo.
En su milenio, las personas dejan el romance al azar y son deliberadamente descuidadas a la hora de conocer a sus parejas. Se enamoran sin querer, sin ningún esfuerzo consciente por su parte. Por otro lado, intentan racionalizar el hecho de que podrían emparejarse con cualquiera, pero tienen que elegir a una sola persona. Esto les supone un conflicto existencial y, cuantos más noviazgos tienen, menos inclinados se sienten hacia la monogamia. Simplemente hay demasiadas opciones, así que no eligen. No son capaces de activar y desactivar el instinto de búsqueda, por lo que prefieren simplemente no buscar y dejarlo todo al azar. También existe el problema del sexismo, que causa que las mujeres que busquen sean mal vistas por la sociedad. Las mujeres no pueden mostrar abiertamente su interés por los hombres, así que la mayoría recurre a actividades superfluas para matar el tiempo o exponerse vanamente para llamar la atención masculina.
La situación empezó a cambiar a principios del tercer milenio, con la aparición de aplicaciones y sitios de citas. Las mujeres ganaron relativo anonimato y los hombres la oportunidad de interactuar con muchas mujeres y compensar por su timidez, superando el rechazo con el mero grueso de sus intentos. La cantidad de interacción entre sexos aumentó exponencialmente, lo que cambió el proceso de cortejo. Cada vez más, el foco de atención se desplazó hacia uno mismo, ya que la gente se volvió más consciente de sí misma. Ya no se trataba de encontrar al “indicado”, sino de encontrarse a uno mismo en otra persona. Esto acortó drásticamente el periodo de noviazgo, una tendencia que alcanzó su punto álgido a mediados del tercer milenio, durante el cual la gente se casaba o rompía tras un mes de noviazgo. El proceso se estabilizó gradualmente y hoy tenemos una media de un año de noviazgo hasta el matrimonio o la ruptura. Como en todo, al final una sola aplicación monopolizó el mercado de las citas: 2get-her. Los pocos hippies que quedaban, que vivían y morían según las reglas del amor libre y nunca se asociaron a través de la aplicación, acabaron desapareciendo, porque la gente simplemente asumía que no eran lo suficientemente maduros como para tener una relación seria. Por supuesto, no desaparecieron genéticamente hablando, pero el hábito del amor libre sí, y hoy en día, nadie sería tomado en serio si argumentara que no quiere emparejarse contigo porque quiere ser libre. Hoy somos más sabios; entendemos que el uso de la libertad viene de la aceptación de responsabilidad. Igual que el espacio es inútil sin la materia que lo delimita, la libertad es inútil sin vínculos.
Después del desayuno, fuimos a visitar a mis caballos. Erin es un encanto, así que se acomoda a este gran placer mío. Vino conmigo a la cabaña, del mismo modo que viene todos los días al picadero, aunque no le gusta tanto la naturaleza, así que se trae sus libros y se pasa el día leyendo. Yo soy más bien contemplativo, así que disfruto teniendo la mente despejada de pensamientos ajenos. Me encuentro bien a solas con mis pensamientos y la naturaleza: filosofía pura. Me gusta deambular durante incontables minutos hasta perderme por completo, y sólo entonces vuelvo a encender el halo cibernético y hago uso del Sistema de Posicionamiento Automático para regresar. Así es como conocí a Valentin. Es uno de los cuidadores de caballos, pero nunca lo había visto. Lleva una vida retirada, casi como un ermitaño, y hay algo raro en él. Es como si no estuviera destinado a vivir aislado, pero se viera obligado a hacerlo a pesar de su propia voluntad. Al principio, me pareció muy sociable; tanto que me extrañó que estuviera en un lugar tan desierto. Pensé que estaba de vacaciones, como yo, pero cuando me dijo que llevaba más de diez años trabajando allí di un gemido de asombro. Hace cuatro años trabajo en este picadero y nunca antes había oído hablar de él. Intenté buscar amigos en común, pero parecía no conocer a nadie, salvo al encargado. Su trabajo es prescindible pero muy interesante: analiza la evolución de los caballos en cautividad y la forma eventual de devolverlos a su estado primitivo, salvaje. Incluso me enseñó algunos ejemplares que formaban parte de su proyecto. Me chocó saber que existía todo un proyecto que yo desconocía, pero me fascinó la visión de estos animales, que son una versión más salvaje de los caballos normales. Son completamente indómitos y tienen el menor contacto posible con los humanos, para compensar por milenios de domesticación.
Cuando los caballos nos vieron, se alejaron inmediatamente al galope, por lo que no pudimos verlos durante mucho tiempo. Su trabajo es muy difícil porque tiene que cuidarlos de la forma menos intrusiva posible, así que ni siquiera tiene la satisfacción de vincularse con los objetos de su cuidado y esfuerzo. Estaba demasiado entusiasmado con el proyecto de los caballos salvajes como para pensar en preguntarle por su vida: dónde vivía, si estaba casado, etcétera. Esta falta de atención por mi parte se hizo evidente cuando volví a la sala de equitación y le hablé a Erin del proyecto, tras lo cual ella me preguntó por Valentin y me dijo lo extraño que le parecía que trabajara aislado y en secreto y que debía de haber una muy buena razón para esta confidencialidad. Me molestó bastante que nadie me hubiera hablado de este interesante proyecto, así que llamé a Maja, la directora, y le pregunté todo al respecto. Lo admitió todo como si no fuera gran cosa. Se disculpó por no habérmelo dicho, pero también me pidió que no se lo contara a nadie más, para no molestar a Valentín, ya que la razón de su aislamiento era confidencial, y que ella misma no podía divulgarla, pero que no había ninguna razón por la que yo no pudiera ir a preguntarle a Valentin si quería revelar su secreto. Parecía sorprendida de que me llevara bien con él. Confesó que lo había visto en persona menos de una docena de veces, y que principalmente intercambiaban mensajes y holollamadas. Asimismo, dijo que se alegraba de que lo hubiera conocido por casualidad, y prácticamente me insistió en ir a verlo de nuevo. Sentí desesperanza en el tono de la conversación, como si hubiera algo terrible acerca de Valentin que no pudiera resolverse, pero que podría aliviarse con mis visitas. La impresión que ella me dio fue completamente distinta a la de mi encuentro con él, que había sido alegre y emocionante. Decidí ir a visitarlo mañana.

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soyjuanma86

I'm a writer born in Argentina, but currently living in Poland. I work as an English and French teacher, translator and copywriter.

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