En W15 se oyen susurros ucranianos y se siente un aliento frío en la nuca. La idea de no venir más por aquí no me abandona, al parecer estos son restos de moralidad. Sin embargo, como aquí se lavan los platos, supongo que es una casa normal- dice una voz en mi cabeza. Aprieto el picaporte gracias a la alta indiferencia, a veces preocupante, que tengo por mi vida.
Te atrae la oscuridad- sugiere el alter ego.
Me cubro la piel de gallina con las mangas largas del abrigo y entro. Me gustaría hacer algunos ruidos disuasorios como en el bosque, pero soy tímida y todos esperan aquí mi paso en falso.
Cerbero solía vivir aquí; sin embargo, murió el año pasado. No voy a explicarlo; es una información a la que solo responderé con silencio. A veces es mejor no preguntar ¿Quizás se equivocó al jugar a “piedra, papel o tijera”? Literalmente…
Resulta que, en la vida real, las tijeras pueden ganar siempre que penetren lo suficientemente rápido la mano que sostiene la piedra, y el papel siempre pierde. Esta casa no es normal, pero ¿qué es la normalidad? – vuelve a hablar una voz.
W15 consta de un número infinito de habitantes, o tal vez de círculos. Hay muchas escaleras que corren en distintas direcciones, y su visión me seduce cada vez. ¿Es siempre el demonismo una combinación de maldad y belleza? La cocina huele a aceite frito. Aquí la grasa del pelo es cubierta por un gorro.
Intento comportarme como ellos, aceptar la comida, si me la dan, y luego retirarme lentamente escoltada por sus miradas animales.
En un rincón hay una guitarra, un instrumento muy querido. Lágrimas me corren por las mejillas, algún día tendré que llevármela y quitarle el olor a sangre y sudor. Voy al círculo de la locura. Para eso he venido. Experimentaré un poco de placer y luego enjuagaré mi cuerpo con agua hirviendo.
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by Kasia