¿Os imagináis enviar mensajes sin emoticones? Los usamos en los correos electrónicos y, sobre todo, en los mensajes instantáneos. Hoy en día, cuando alguien escribe sin caritas eomocionales, parece una persona fría e inaccesible. Los emoticones dan nueva calidad a nuestra comunicación virtual, pero no siempre fue así. La humanidad sobrevivió decenas de siglos sin marcar las emociones en sus cartas. ¿Quién fue el primer hombre que sintió la necesidad de poner “una sonrisa” en sus mensajes?
Scott E. Fahlman era profesor en la universidad Carnegie Mellon, donde formaba parte de uno de los primeros grupos online para los empleados del arpanet (el antecesor del internet). En este grupo se enviaban mensajes sobre el trabajo y la vida privada. Estos mensajes eran bien concisos, casi como telegramas, así que Scott tenía un problema: La gente se enfadaba con él después de leer sus mensajes. Daba la impresión de ser un impertinente, grosero y arrabalero. ¿Quién no se enfadaría después de recibir mensajes como: “Estimados profesores, la verdad es que sois una manga de borrachines :-)” o “Con los estudiantes que vienen tarde, no se puede hacer otra cosa que hecharlos por la ventana“.
¿Era en serio? Claro que no. ¿Y por qué nadie se preguntaba si no se trataba simplemente de chistes? ¿Era posible que el profesor usara una ironía que resultaba demasiado complicada para los demás?
En la vida real, todos sabían cuando Scott estaba de bromas. Se podía notar en su cara una sonrisa muy típica. Sin embargo, en el grupo online, no se le veían las expresiones faciales. Pronto, a los compañeros del trabajo Scott les empezó a caer mal y ya no querían hablar con él. Scott empezó a evitarlos y esconderse en su estudio. Cuando, después del trabajo, volvía a su casa, se encerraba en el despacho y no quería hablar con nadie. Llegó un momento en que dejó de hablar a su mujer porque tenía miedo de que ella también lo rechazara. Estos días fueron los más tristes de la vida de Scott. Ya no sonreía. Para él ya nada tenía gracia. Se preguntaba a sí mismo: “¿Para qué bromear si esto no provoca sonrisa, sino el enfado?”
¿Cómo es que esta historia se puso tan triste siendo que se trata de la leyenda de la sonrisa electrónica? Pues todavía no hemos llegado hasta el punto final. Un poco de paciencia, por favor… Volviendo al tema… El profesor estaba muy triste y deprimido. Un día decidió leer de nuevo la causa de su desgracia: el chat de grupo… Se puso a leer. En unos instantes le volvió la sonrisa típica a la cara “¡Que gracioso! ¡Pero estas bromas mías son excelentes!” – pensó el profesor – “¡Me tomaron en serio, los muy zonzos Ni una sola vez se dieron cuenta que estaba bromeando! ¿Y cómo arreglarlo? Tendría que poner un símbolo para señalar chistes“. Escribió en el teclado los tres signos de puntuación: “:-)” y este diseño tan auténtico lo añadió a su nuevo mensaje: “Aquí Scott E. Fahlman. Propongo aplicar esta secuencia de signos para marcar las bromas. Es una cara sonriente en posición horizontal :-)” Cuando le volvió el buen humor, escribió el siguiente mensaje: “De hecho, también se puede usar la siguiente secuencia de signos “:-(” para remarcar que algo va realmente en serio”.
La vida de Scott E. Fahlman cambió nuevamente. Ahora todos entendían las intenciones de mensajes como el siguiente “Estimados profesores, la verdad es que sois una manga de vagos atorrantes :-)” o “Con los estudiantes que no estudian, no se puede hacer otra cosa que ponerles un uno :-)”.
No pasó mucho tiempo hasta que el mundo empezó a usar los símbolos del profesor. En mi opinión Scott E. Fahlman debería recibir el premio Nobel de La Paz porque, gracias a él, evitamos unas cuantas guerras mundiales, ya que la invención de Scott ha prevenido copiosos desacuerdos en el internet 🙂 .
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by Kamila H. Górny